Una tarde, cuando regresaba a casa en metro tras completar su jornada laboral, Samuel Postigo decidió no bajarse en la parada de costumbre. Se limitó en su lugar a contemplar con un punto de ansiedad cómo la familiar estación era engullida por el túnel mientras él permanecía en el vagón, sentado frente a la muchacha que un instante antes (tal vez) le había dedicado una de esas miradas que confunden a los hombres que ya no esperan amanecer enredados en un cuerpo sin apellidos.
Y mientras el convoy le transportaba con su incesante traqueteo hacia la siguiente parada, que era a la vez la última parada de la línea azul, constató Samuel que la muchacha...
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Y mientras el convoy le transportaba con su incesante traqueteo hacia la siguiente parada, que era a la vez la última parada de la línea azul, constató Samuel que la muchacha...
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